Época: Países Nórdicos
Inicio: Año 1066
Fin: Año 1150

Antecedente:
El arte románico en los Países Nórdicos

(C) Isidro G. Bango Torviso



Comentario

Vírgenes y crucificados responden a los clásicos prototipos románicos, que los artistas nórdicos, dotados de un gran dominio en la talla de la madera, saben trabajar infundiéndoles una impronta especial. La célebre imagen de la Virgen de Mosjó, en el Museo de las Antigüedades Nacionales de Estocolmo, con una iconografía absolutamente convencional, presenta una fisonomía que aún conserva valores propios de los viejos ídolos del paganismo precristiano. En el crucificado de Hemse podemos ver el característico movimiento de las extremidades de las obras tardorrománicas.
Frontales y retablos constituyen una de las más genuinas creaciones de los orfebres. Pertenecen a un arte aprendido de los fundidores alemanes. Mientras que en el altar Lisbjerg nos encontramos con una composición confusa, donde lo decorativo oculta el protagonismo de las imágenes figuradas, el autor del Broddetorp ha sabido dejar en segundo término lo ornamental y organizar sus figuras en ordenadas escenografías. El primero respondería a un sentido estético cargado de tradición casi prehistórica, mientras que el segundo se muestra un avanzado conocedor de la plástica europea de la segunda mitad del XII. La pequeña imagen de la Virgen de Randers debió pertenecer a un frontal. Es una obra delicada que nos muestra la estilizada figura de la Virgen bajo los complejos y caprichosos pliegues de una amplia túnica. Aunque se ha pensado en el románico borgoñón, no dudo de que es una obra que pertenece a ciertas estilizaciones de la plástica escandinava de todos los tiempos.

El marfil de morsa, trabajado tradicionalmente desde la más remota antigüedad, siguió siendo empleado por los artistas nórdicos, que tenían en él uno de sus principales productos para la exportación. Ejemplos de este comercio nos lo suministran las numerosas piezas de ajedrez encontradas en la isla de Lewis. El marfil escandinavo, utilizado para cofres, olifantes, empuñaduras, etc, es fácilmente reconocible por las caprichosas decoraciones de remoto origen vikingo, lacerias con elementos vegetales y animales, así como motivos geométricos. Ya en el siglo XI realizaban hermosas cruces con una iconografía totalmente románica, tal como podemos ver en la esculpida por un tal Liutger para la princesa Gunhild, antes de 1076.